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miércoles, 24 de noviembre de 2010

Los bidones y su tecnología


Wehrmachtskanister


La logística en una guerra es un factor muy importante, tanto o más que el equipo del que dispones para la guerra. Alemania se embarcó en una guerra dónde debería desplegar tropas en lugares muy lejanos a sus puntos de avituallamiento y mantener las líneas de suministros era de vital importancia. Los primeros planes e intenciones de ataque a Europa en los años 30 dieron una primera perspectiva del dolor de cabeza que provocaría el tema logístico a las fuerzas alemanas en su Blitzkrieg. Este mismo concepto, esta nueva forma de hacer la guerra, la Blitzkrieg (Guerra relámpago) iba a ser tan fulminante para el enemigo como para las mentes logísticas del ejército. El problema era mantener un flujo constante de combustible (y agua) al frente a la misma velocidad que las vanguardias panzer. Y esto sin contar con los servicios médicos, municiones, raciones y repuestos.

El transporte del líquido, ya fuese combustible o agua, planteaba un problema añadido porque era totalmente necesario el disponer de un medio rápido dónde almacenar y transportar cantidades importantes de ellos. Con tal idea la Wehrmacht solicitó a sus ingenieros que crearan un método para solucionar el problema cuanto antes. La respuesta surgió con la Wehrmachtskanister, que no era más que una simple lata pero con unas características que la hacían algo especial. Antes de la guerra se guardaron en almacenes cientos de miles de estas latas a la espera de ser utilizadas cuando llegase el momento. Con el estallido de la guerra y la ampliación de los frentes se hizo necesario que la producción de estas latas continuase para satisfacer toda la demanda. Sin embargo no eran los alemanes los únicos que estaban contemplando este problema, al otro lado del océano otros ingenieros pensaban en como solucionar el mismo tema.

El diseño de la Wehrmachtskanister era simple, una lata de acero  hecha con dos láminas de metal prensado y soldado entre sí, con una capacidad de 20 litros, pero tenía otras peculiaridades. Su forma había sido pensada para que las latas fueran fácilmente apilables de la forma más optima, encajando prácticamente unas con otras. En su parte superior contaba con tres asas que facilitaban mucho su transporte y manipulación, además de un sistema de cierre a presión muy sencillo. Contaba también con una pequeña abertura para el aire, que mejoraba el vaciado de la lata. Otra característica importante era que estaba diseñada de tal forma que aunque se intentase llenar del todo siempre quedaba una cámara de aire en un saliente de su estructura para que pudiera flotar en caso de caer al agua. Para diferencias su contenido se pintaba de forma distintiva, el agua, por ejemplo, llevaba pintada una cruz blanca. En los almacenes se manipulaban en bloques con muchas latas ya que podían unirse como las piezas de un sencillo juego de construcción infantil.

Dependiendo del tipo de contenido que llevase las latas eran marcadas distintivamente para marcarlo del siguiente modo:

- Petróleo o diesel. Marcado como “Kraftstoff 20 l” (Diesel 20 litros), “Feuergefährlich” (Inflamable), año de fabricación, nombre del fabricante y el número de serie.

- Combustible especial para el invierno en el Frente del Este. Disponía de las mismas marcas y, además, se colocaba la letra “W” abreviatura de “Winterkraftstoff” o diesel para el invierno.

- Agua. Los bidones destinados para el agua “Wasser 20 l” (Agua 20 litros), más las marcas del fabricante, año, número de serie y la palabra “Wehrmacht”. En el frente norte africano serían marcadas con una cruz blanca y el número 4 en el centro. 

Kraftstoff

Detalle del cierre

En septiembre de 1939 las primeras Wehrmachtskanister comenzaron a cruzar las frontera polaca con las unidades alemanas. Allá dónde llegaban las tropas alemanas también lo hacían estas pequeñas latas. Nunca antes se había podido utilizar un método tan sencillo de movilizar grandes cantidades de líquido siguiendo a los ejércitos. En el desierto norte africano cobró aún más importancia si cabe al distribuir también grandes cantidades de agua a las tropas.

La ventaja de los alemanes sobre los aliados en el tema de la organización de redes de suministros se debía en gran parte a este pequeño ingenio, una simple lata pero con un excelente diseño para su cometido. Por su parte los británicos aún empleaban unas pesadas latas desarrolladas en 1914, en la Primera Guerra Mundial, de diversos modelos, pero que todas eran difícilmente almacenables y frágiles, de hecho eran apodadas “flimsies” (endebles). Eran un desastre pues tenían fugas entre las soldaduras del latón y tenían problemas con los cierres de baja calidad, pero tuvieron que conformarse con eso pues es lo que tenían a mano para salir del paso. Durante la campaña norteafricana los británico se negaron a emplear los bidones americanos que eran igual de malos, tanto para el uso en combate como para su transporte. Cerca del 40% del combustible enviado a África desde EEUU y Gran Bretaña se perdía por evaporación o fuga debido a fisuras y roturas de los envases.


 Latas británcias al lado de una Wehrmachtskanister

Esto cambió cuando se toparon por primera vez con una Wehrmachtskanister. Con un diseño perfecto y sencillo fue todo un descubrimiento y la captura de estas latas era siempre muy bien recibido, tanto es así que los alemanes las emplearon como cebos para emboscar a las tropas aliadas. Norteamericanos y británicos apodaban despectivamente a los alemanes como “Jerry” por lo que pronto sus magnificas latas Wehrmachtskanister fueron conocidas como Jerrycans, nombre que permanece hoy día.

Como se ha mencionado anteriormente al otro lado del Atlántico los norteamericanos también se enfrentaban al mismo problema que los alemanes con los suministros líquidos. Todos los bidones de los que disponían eran poco eficaces y tenían fugas muy importantes. En 1939 el ingeniero americano Paul Pleiss, además oficial del Ejército, se empeñó en montar un coche con sus propios repuestos para recorrer una ruta terrestre hasta la India. Como compañero de viaje iría su mejor amigo, también ingeniero, alemán y también oficial de militar (de la Luftwaffe). El problema era el mismo que para suministrar agua a las tropas del frente, dónde llevar el agua necesaria para el viaje. Pleiss no pensó en el problema pero su amigo pronto ofreció la Wehrmachtskanister como solución al problema. Algunas latas fueron cogidas del aeropuerto de Tempelhof en Berlín para tan pintoresco viaje. 


Con once fronteras ya cruzadas por la extraña pareja el oficial alemán fue requerido para contribuir al esfuerzo bélico de su país. Pleiss continuó su viaje pero con las latas que su amigo tan gentilmente le había regalado y de propina, los planos constructivos de la misma. Un presente que sería un gran problema para Alemania.

El coche y las latas terminaron en una cochera de Calcuta ya que él también fue reclamado para el esfuerzo bélico de su país. Allí se quedaron un tiempo cogiendo polvo mientras Pleiss comenzó a escuchar las magnificencias de las Wehrmachtskanister alemanas de boca de los británicos. En ese momento se acordó que olvidadas en una cochera de Calcuta tenía varias latas y además los planos constructivos. Fue tomado a risa por sus superiores hasta que por insistencia el coche fue rescatado por agentes secretos americanos. El coche recorrió medio planeta hasta llegar a Nueva York. A mediados de 1940 una de las latas llegó a Washington junto con las oportunas indicaciones de Pleiss. Sin mucho interés los altos mandos americanos no se dejaron impresionar, leyeron todos los informes y concluyeron que no se molestarían en producir algo que Estados Unidos no necesitaba pues no estaba en guerra.

Ya en 1941, el ataque de Pearl Harbor, metió a Estados Unidos en la guerra de un punta píe, abriendo un inmenso frente como el del Pacífico ante ellos. De nuevo el mismo problema que se les planteó a los alemanes en la década de los 30, salía a la luz. La lata de Pleiss había sido guardada en un almacén del US Army en Camp Holabird, Maryland y de allí salió de nuevo. Fue Sometida a ingeniería inversa, rediseñada y puesta en producción. Sin embargo la copia era bastante mala, en vez de dos piezas de metal prensadas y soldadas, el conjunto estaba formado por planchas unidas por costuras dobladas, lo que se tornó en una penosa idea ya que las fugas eran muy comunes. Con este fracaso el alto mando ordenó que se dejara a un lado las imitaciones y se limitaran a copiar descaradamente las Wehrmachtskanister, idénticas a las alemanas. Poco después fueron los británicos los que se unieron al plagio del ingenio alemán. 


Pasaron los años y el modelo original alemán con mejoras en los materiales y formas se convirtió en el bidón estandarizado de la OTAN pudiéndose encontrar con estas latas en cualquier parte del globo. 






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